Edgar Gómez
Eran las tres de la mañana. Ernesto se levantaba con dificultad de su cama. Parece que la botella de mezcal oaxaqueño había recorrido todo su cuerpo, de ida y vuelta. No recordaba bien cómo había llegado a ese momento. En su ligero recuerdo tenía algunas visiones; ella soltándose de su mano, gritando y manoteando como quien quisiera golpear al aire. Ese recuerdo le permitió penetrar en un recuerdo previo; la cena de cumpleaños de Andrea, su pareja de seis años. Esa cena había sido un ritual para ella durante ese tiempo.
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